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Cambios en la alimentación durante la menopausia

Natalia Gaviria es una mujer fuerte y valiente, que enfrentó el proceso de transición a la menopausia justo después de un parto de dos niñas mellizas. Además, debido a todos los cambios que experimentó por esta montaña rusa hormonal, decidió convertirse en una chef que nos comparte recomendaciones sobre cómo romper el tabú de la menopausia y mejorar los síntomas con alimentación consciente.

¿Cómo empezó todo?

Al principio, Natalia nos cuenta que ella estaba enfocada en el post parto y en criar a sus hijas, especialmente porque la lactancia requirió demasiada energía y atención. La menopausia la cogió desprevenida… Ella se sentía “como de 15 años” y ni se le había ocurrido qué era lo que le podía pasar.

Ella se sentía rara, como desconectada de su cuerpo y de sus experiencias, todo se lo atribuía al post parto y a saber que había tenido un parto a sus 42 años. Pero cuando llevaba un año de lactancia, supo que esos cambios no eran normales.

Ella se sentía diferente, pero no sabía que los miembros de su familia también lo notaban: “Mi esposo me dijo un día que fuera donde un psiquiatra, pero yo me sentía bien y no podía entender el motivo de esa recomendación. Yo me sentía rara… hasta que mi hermana me sugirió lo mismo y entendí que sí necesitaba ayuda. Creo que ellos me veían emocional y mentalmente muy diferente y yo también sabía que algo había raro”.

Natalia no entendía el motivo de sentirse tan extraña.

“La sensación principal era que yo sentía que mi cuerpo no era mío”.

Después de varias semanas así, ella decidió consultar con su ginecóloga y fue allí donde entendió que lo que estaba sucediendo con su cuerpo y con su mente era la menopausia.

Natalia nos recomienda a todas que vayamos al especialista. Ella considera que es muy importante porque, aunque este es un proceso natural y deseable, la ginecóloga la ayudó a hacerle frente a todos los síntomas y a descartar algunas enfermedades que podrían haber sido.

Nos cuenta que ella pensaba que la falta de su periodo menstrual se debía a que acababa de pasar por un parto y estaba lactando a dos bebés, pero que ahora se da cuenta que ella creía eso porque no sabía nada sobre la menopausia. Ese desconocimiento se lo atribuye a la cantidad de desinformación que existe y al miedo que sentimos todas las personas al hablar de ese proceso natural de todas las mujeres.

“Infórmense… Si yo hubiera sabido, todo habría sido más fácil. Las decisiones sobre nuestra propia salud solo se pueden tomar si uno tiene datos específicos y completos sobre el tema”.

Relaciones cambiantes

Después de entender lo que estaba sucediendo, Natalia nos cuenta que se sentó con su familia y les contó lo que estaba pasando. Su esposo se sorprendió mucho porque siempre hemos creído como sociedad que eso les pasab, a las señoras, y Natalia se sentía y se veía muy joven.

Ella les explicó cómo funcionaban los cambios hormonales de la menopausia y las personas de su alrededor se informaron para poder hacer equipo entre todos y ayudarle a Natalia en esta nueva etapa.

Autocuidado en la menopausia

“Nosotras como mujeres queremos hacer todo y queremos hacer todo perfectamente bien… pero eso no es sano. Tenemos que aprender a poner y ponernos límites”.

La única manera que propone Natalia para hacerle frente al mito de la menopausia es por medio de la conversación: “Hablemos: eso es lo principal para desmitificar el tema. Hay que salir del closet y conversar del tema”.

Ella nos propone un ejercicio muy bonito: “Cada mujer tiene que cuestionarse qué significa estar en la menopausia para darle la vuelta al término y dejar los miedos atrás”. Nos cuenta que para ella los miedos más presentes eran el de quedarse sola y el de no sentirse amada y deseada por su esposo. Por eso, nombrar esos miedos y entender que eran producto del desconocimiento, la ayudó a sentirse mejor.

“Es el momento para dedicarnos tiempo a nosotras mismas”. 

Alimentación en la menopausia

El inicio de la menopausia, que suele girar alrededor de los 45 años, hace que haya muchos cambios en el cuerpo de las mujeres. Uno de los más notorios para Natalia fue la facilidad con la que ganaba peso y grasa localizada, incluso cuando seguía comiendo y haciendo ejercicio de la misma manera que antes.

Por eso, ella nos trae unas últimas recomendaciones que a ella le sirvieron mucho para mejorar su calidad de vida:

  • Comer verduras en cada comida, ya sean crudas o cocidas.

  • Procurar que el consumo de frutas sea esporádico, porque tienen alto índice glicémico. Además, preferir las menos dulces, como la manzana verde.

  • Cambiar la manera de consumir carbohidratos: solo comer papa, plátano, arroz integral y quinoa… Intentar no consumirlos todos los días.

  • Para la proteína: carnes o leguminosas.

  • Consumir grasa saludable en cada comida: Comerse el aguacate entero, semillas, nueces, aceite de oliva y aceite de coco. Buscar opciones que tengan bastante Omega 3.

  • No estar todo el día comiendo. “Lo importante es no picar, sino hacer unas comidas completas con las que quedes satisfecha”.

  • Cenar mucho empeora los calores nocturnos y la calidad del sueño.

Todas estas recomendaciones le sirvieron a Natalia y ella nos las comparte con mucha generosidad, pero siempre hay que recordar que cada cuerpo y cada proceso es diferente, por lo que es muy importante consultar con un profesional en nutrición y aprender a escuchar al cuerpo

El consejo más importante que nos deja Natalia es este:

Vivirlo y no sufrirlo

Tenemos que entender que no todas las mujeres tienen los mismos síntomas en los mismos momentos, por lo que es responsabilidad de cada una ir descubriendo lo que funciona y lo que no en cada caso particular.

Los cambios pequeños son la clave para ir sumando esfuerzo y lograr uno significativo.

Es durante esta época de la vida en la que vamos sembrando las bases para la vejez. Natalia nos deja el mensaje de que “envejecer no tiene que significar enfermedad”.

Para cerrar, la experta nos recomienda mezclar la alimentación consciente con las rutinas de ejercicio que nos hagan sentir vivas, dejar la excusa de que no tenemos tiempo para cuidarnos, mejorar la rutina e higiene del sueño, apagar las pantallas una hora antes de acostarnos y buscar ayudas que nos mantengan emocionalmente saludables, como ir a terapia, hacer yoga, bailar, cantar o cocinar.

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